La de KH-7 ha completado la corta pero complicada especial, justo antes de la maratón, en la que no están permitidas las asistencias
La barcelonesa y su copiloto Maurizio Gerini han sufrido un par de enganchadas en las dunas y han desllantado una rueda, lo que les ha retrasado
“Había fotógrafos encima de la duna, y he tenido que cambiar un poco la trazada. Estaba más pendiente de ellos, para no atropellarles, que de mí, y sin querer, me he metido en una olla donde nos hemos quedado clavados”.
“Hemos perdido mucho tiempo. Ha sido una lástima, porque el coche ha ido muy bien y ha sido una etapa limpia en cuanto a mecánica. Es la primera vez que me engancho en las dunas en estos dos Dakars”.
El Rally Dakar ya está en territorio desconocido. La prueba más dura del mundo se ha adentrado este miércoles en el inhóspito territorio saudí del Empty Quarter, donde los participantes han tenido en el menú de la décima etapa 114 kilómetros de arena y, sobre todo, dunas. Laia Sanz ha superado el desafío y ya se encuentra a las puertas de otra maratón con su ASTARA 01 preparado para las dos próximas jornadas, en las que no podrá contar con la asistencia técnica de los mecánicos.
No ha sido un día fácil para los coches, que han visto como los buggies ligeros –más pequeños y menos pesados– se movían con más soltura que ellos en las dunas del desierto de Rub al-Jali. Eso explica la sorprendente clasificación de la etapa, con decenas de T3 y T4 por delante de muchos de los coches que aún siguen en carrera.
Para Laia Sanz, tampoco ha sido una especial sencilla, y al final ha cruzado la línea de llegada en 96º lugar, a 46’48” del primero. La piloto de KH-7 se ha enganchado en una duna cerca del kilómetro 60, de la que le ha costado unos 25 minutos poder salir.
Así lo resumía la barcelonesa en el campamento de Shaybah: “Estaba yendo bastante bien, sin tomar riesgos. Sabíamos que iba a ser una etapa trampa, muy corta y complicada. En una subida, había fotógrafos encima de la duna, y he tenido que cambiar un poco la trazada. Estaba más pendiente de ellos, para no atropellarles, que de mí, y sin querer, me he metido en una olla donde nos hemos quedado clavados”.
Luego, Sanz y su copiloto Maurizio Gerini han desallantado una rueda y, finalmente, a tan sólo un kilómetro de la meta, otra enganchada, menos aparatosa que la anterior –eso sí– ha vuelto a retrasar su crono. “En general, hemos perdido mucho tiempo. Ha sido una lástima, porque el coche ha ido muy bien y ha sido una etapa limpia en cuanto a mecánica. Es la primera vez que me engancho en las dunas en estos dos Dakars en cuatro ruedas, pero estas cosas pasan”, se resigna.
“Cuando vamos bien, tenemos ritmo, pero no terminan de salir las cosas. En ésta, al ser una etapa tan corta, nos hemos ido muy hacia atrás. No hemos podido recuperar nada después de los incidentes”, añade.
Mañana será otro día… y otro reto por superar, ya que el rally entrará en otra etapa maratón en la que estarán prohibidas las asistencias y los pilotos tendrán que ser autosuficientes. La jornada deparará 426 kilómetros, de los cuales 275 serán cronometrados.
“Después de todo lo que ha pasado, mañana debemos de tomárnoslo en modo supervivencia, para evitar líos y llegar con el coche entero a la jornada de pasado mañana. Si rompes cualquier tontería en una etapa maratón es un gran problema”, concluye